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Día del Señor 12 de Junio / El misterio de la piedad
Published on:
12th June, 2022
Grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.
(1 Timoteo 3:16)
El misterio de la piedad
En la Biblia se habla de muchos misterios, pero solo uno se denomina el misterio de la piedad. «Misterio» significa secreto, pero un secreto que ha sido revelado y entendido por los verdaderos creyentes (Mat. 13:11). Debido al corazón malo de incredulidad del hombre, las multitudes, antes y ahora, no entienden el misterio de que Dios se hizo Hombre.
Dios fue manifestado en carne. La magnitud de este misterio es inmensa: Dios se hizo visible a los ojos de los hombres. Jesucristo era verdaderamente Dios encarnado (1 Juan 1:1-2). «Indiscutiblemente» (1 Tim. 3:16) significa que está más allá de toda duda.
Justificado en el Espíritu. Jesús anduvo en perfección y sin pecado como un Hombre dependiente. Su vida santa, por el poder del Espíritu Santo, lo puso aparte. Jesucristo fue vindicado en el Espíritu en su resurrección (Rom. 1:4; 1 Pe. 3:18).
Visto de los ángeles. Los ángeles son seres espirituales creados por Dios. Cuando Cristo nació en Belén, los ángeles vieron a su creador en humilde humanidad, el Hijo de Dios encarnado. Con total reverencia, el mundo angélico estalló en alabanza y adoración delante de su Creador, ahora un Niño en un pesebre (Lucas 2:10-12).
Predicado a los gentiles. Cristo comenzó su ministerio público en búsqueda de judíos y gentiles (Lucas 4:18). Este ministerio ahora nos ha sido confiado.
Creído en el mundo. El Hijo del Hombre consumó la redención por su muerte y resurrección, así que todo el que cree en Él será salvo (Rom. 10:11-13).
Recibido arriba en gloria. Dios recibió al Señor Jesús, resucitado de entre los muertos, y lo hizo sentar a su diestra. Él está esperando el día en el que volverá en gloria visible y manifiesta (Hec. 2:34-35). La Iglesia es testigo de Dios con respecto a la gloriosa Persona de Jesucristo.
Jacob Redekop