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Sábado 25 de Noviembre de 2023 / Después de la cautividad en Babilonia (33) Leyendo la ley
El sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación… Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley… Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.
Después de la cautividad en Babilonia (33)
Leyendo la ley
La reconstrucción del muro fue terminada. Una semana después, el pueblo se reunió con un verdadero deseo de escuchar la lectura de la Palabra de Dios. Dios los había protegido y ayudado. Ahora quieren servirlo y son conscientes de que necesitan conocer su Palabra. ¡Oh, qué podamos tener el mismo anhelo hoy!
Entonces se hicieron los preparativos correspondientes. Esdras se paró sobre una plataforma de madera para así poder ser escuchado por los miles de personas reunidas en la plaza, frente a la puerta de las Aguas -en la Biblia, el agua frecuentemente es un símbolo de la Palabra de Dios. Esdras es asistido por los levitas, quienes ayudaban al pueblo a entender la ley. Cuando se abrió el Libro, el pueblo reverentemente se inclinó y adoró al Señor. Esdras leyó de este “libro de la ley de Dios”, mientras que los levitas traducían y explicaban, pues la ley fue escrita en hebreo 900 años antes, y el pueblo en aquellos días hablaba arameo. Esto ocurrió desde la mañana hasta el mediodía.
A medida que el libro es leído y comprendido, el pueblo comenzó a llorar, consciente de su larga historia de desobediencia a la ley de Dios. Los líderes les dijeron que no lloren, recordándoles que aquel día era “santo a Jehová” (v. 9). En lugar de eso, debían comer grosuras y beber vino dulce, y enviar porciones a los que no tenían nada preparado. Les dicen que “el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (v. 10). Esto también es cierto hoy en día. Dios quiere darnos gozo al leer y comprender su Palabra, un gozo profundo que podemos compartir con otros.
Eugene P. Vedder, Jr.