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Martes 6 de Agosto de 2024 / Transmitir nuestra fe
Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón.
Transmitir nuestra fe
No podemos explicar algo que no hemos entendido y dominado nosotros mismos, especialmente cuando se trata de la Palabra de Dios. El Señor no solo nos insta a temerle (v. 2), sino también a permitir que su Palabra habite en nosotros abundantemente, para que siempre esté en nuestros labios y en nuestro testimonio. Cada oportunidad y evento, ya sean pequeños o grandes, deben ser aprovechados para poner en práctica la Palabra y compartir acerca de ella.
La frase “las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos” (v. 8) muestra hasta qué punto la Palabra no solo debe ser conocida intelectualmente, sino que también debe afectar nuestras acciones (tu mano) y ocupaciones (tus ojos).
En Lucas 8:18 leemos: “Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.” El solo conocimiento intelectual de la Palabra es insuficiente cuando enfrentamos pruebas y dificultades. Para que la Palabra tenga un impacto real en nuestras vidas es fundamental que sea asimilada por fe y puesta en práctica.
Los niños aprenden con rapidez y observan atentamente las acciones y actitudes de sus padres: lo que hacen y lo que llena sus corazones. Pueden discernir rápidamente si hay alguna inconsistencia entre lo que dicen y lo que hacen. Por lo tanto, es esencial que nuestras palabras y acciones estén en armonía. Cuando los niños hacen preguntas, nuestras respuestas deben provenir de la Escritura ya que es la fuente de la fe.
Nuestras bendiciones se encuentran en los lugares celestiales en Cristo, y Dios desea que nos ocupemos constantemente de ellas; encontrando todas nuestras alegrías y riquezas en ellas, tanto a nivel individual como en nuestras familias, especialmente con nuestros hijos. Es fundamental que “la palabra de Cristo more en abundancia” en nosotros (Col. 3:16), de modo que sea evidente y perceptible en nuestras vidas a través de nuestras palabras y acciones.
Alexandre Leclerc