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Martes 23 de Agosto / Deleitarse en el amor de Jesús
Published on:
23rd August, 2022
Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto.
(1 Pedro 1:7-8)
Deleitarse en el amor de Jesús
Todo verdadero creyente ama al Señor. Sin embargo, la Escritura reconoce que este amor puede ser hallado en medidas muy variadas en diferentes ocasiones. Nuestro amor puede fluctuar. Bajo presión, el amor de muchos puede «enfriarse». Ante las tentaciones del mundo, este amor puede debilitarse. Por lo tanto, si bien el amor al Señor es muy precioso a sus ojos, y debe ser apreciado y deseado por todo creyente, también es evidente que no podemos confiar en un amor que es tan volátil. Solamente podemos descansar en el amor que no cambia –el amor que permanece –, y este es el amor de Cristo por los suyos.
Nuestro amor por Cristo se despierta en la medida que comprendemos y disfrutamos de su amor por nosotros. «Nosotros le amamos a Él», escribió el apóstol, «porque Él nos amó primero» (1 Juan 4:19). Nuestro grado de amor por Cristo dependerá de cuánto comprendemos de su amor por nosotros. ¿Deseamos amar al Señor con mayor sencillez de corazón? No miremos, entonces, a nuestros propios corazones, tratando de razonar acerca de nuestro amor hacia Él, sino que busquemos más bien que nuestras almas se deleiten en su amor por nosotros.
En Juan 13, «el discípulo al cual Jesús amaba» (Juan), ejemplifica los efectos de un alma que se deleita en el amor de Cristo. Jesús está allí con un amor inagotable. Juan está allí deleitándose en el amor de Cristo, reposando su cabeza en el pecho de Jesús. Así podemos ver lo que el corazón del Salvador puede hacer por un pecador, trayéndole perfecto descanso con su perfecto amor. La cercanía al Señor en su intimidad es la feliz porción de quien reposa sobre el amor de Cristo. Si podemos decir poco de nuestro amor a Él, siempre podremos gloriarnos en su amor por nosotros. Aún el creyente más joven tiene el privilegio de decir: «Soy un discípulo al cual Jesús ama», y el creyente más anciano y maduro puede decir lo mismo, ni más ni menos. Toda bendición proviene de su amor, un amor que nos constriñe, y que lo llevó a morir por nosotros en la cruz.
Hamilton Smith