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Lunes 7 de Febrero / La oración de Ana (2)
Published on:
25th January, 2022
Lunes 7 de Febrero de 2022
Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos. (1 Samuel 2:1)
LA ORACIÓN DE ANA (2)
¿Quiénes son tus enemigos? Satanás es uno de ellos; ¿se ensanchó tu boca sobre él? Es verdad que no es un enemigo totalmente incapacitado, ¡pero es un enemigo derrotado!
¿Qué hay del pecado? Es otro de tus enemigos de los cuales Dios se ha ocupado, y que ha sido completamente puesto aparte, de manera que no tenemos “más conciencia de pecado”. ¡Bendita verdad! Cristo, quien no conoció pecado, fue hecho pecado por nosotros para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él. Este es otro enemigo derrotado.
¿Qué hay de la muerte? Él anuló la muerte y “sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Ti. 1:10).
¿Qué hay del juicio? El mismo Juez dice: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Jn. 5:24). ¿No es maravilloso? Nuestras bocas bien pueden ensancharse sobre nuestros enemigos. ¿Qué hay de la ira venidera? Leemos en el primer capítulo de 1 Tesalonicenses: “Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Ts. 1:10). No hay razón alguna por la que tú y yo no estemos alegres y tengamos un cántico en nuestras bocas durante todo el día. Hubo un tiempo en que nuestra boca estaba cerrada según Romanos 3:19: “para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”.
De manera que, Satanás, el pecado, la muerte, el juicio y la ira venidera han sido completamente eliminados. ¿Recuerdas lo que Jesús dijo aquella mañana de resurrección cuando atravesó las puertas cerradas por temor a los judíos? Él dijo: “Paz a vosotros” (Jn. 20:19-21). Esta paz era dada por Dios a los discípulos, pues Jesús les había obtenido el derecho de poseerla. Aquel que hizo la paz fue el mismo que la anunció. Él la hizo por la sangre de su cruz y la transmitió por medio de sus propias palabras. ¿Tienes derecho a estar alegre? Sí que lo tienes, ¡total y verdadero derecho!
F. C. Blount