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Lunes 6 de Noviembre de 2023 / Después de la cautividad en Babilonia (31) Problemas internos
Entonces hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos… Y me enojé en gran manera cuando oí su clamor… Entonces lo medité, y reprendí a los nobles y a los oficiales, y les dije: ¿Exigís interés cada uno a vuestros hermanos?… No es bueno lo que hacéis. ¿No andaréis en el temor de nuestro Dios, para no ser oprobio de las naciones enemigas nuestras?… quitémosles ahora este gravamen.
Después de la cautividad en Babilonia (31)
Problemas internos
Nehemías 3 y 4 presentan una hermosa imagen del pueblo de Dios: hombres y mujeres trabajando juntos para reconstruir el muro y velando en oración contra las amenazas del enemigo. Pero Satanás siguió oponiéndose a esta obra. Entonces surgió un grave problema interno que perturbó la armoniosa colaboración e impidió que el trabajo avanzara.
Los nobles y jefes les habían prestado dinero a sus hermanos pobres para que pudieran comprar alimentos y pagar sus impuestos. Pero les habían estado exigiendo intereses, en contradicción con la Ley (Lv. 25:35-42). Estos últimos se vieron obligados a vender a sus hijos como esclavos. Comprensiblemente, este abuso a los pobres produjo un clamor de desesperación. Tan pronto como fue informado de ello, Nehemías convocó una gran asamblea y reprendió duramente a los líderes por su vergonzosa conducta, y el consiguiente mal testimonio ante sus enemigos. Nehemías y otros, conforme a su capacidad, redimieron a estos esclavos judíos. Este asunto tenía que solucionarse y se solucionó muy rápidamente.
Nehemías, como gobernador, se preocupó de dar buen ejemplo de forma pública, practicando la hospitalidad y renunciando a sus derechos y oportunidades que tenía de enriquecerse personalmente.
A los cristianos se nos exhorta a amar a nuestros hermanos “de hecho y en verdad”, y que “debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Jn. 3:18, 16). También se nos exhorta a reprender, ante todos y sin parcialidad, a los líderes que pecan abiertamente (1 Ti. 5:20).
Eugene P. Vedder, Jr.