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Jueves 26 de Octubre de 2023 / Después de la cautividad en Babilonia (30) Velando y orando
Aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho; y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño. Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra ellos de día y de noche.
Después de la cautividad en Babilonia (30) Velando y orando
La oposición de los enemigos en torno a Jerusalén incrementó cuando vieron que la obra proseguía a pesar de sus esfuerzos por detenerla. Su profunda molestia y desprecio iniciales se transformaron en furia, burla y conspiración para atacar. Hoy en día, Satanás también se molesta cuando ve que la obra de Dios avanza. Utilizará todo tipo de medios para intentar detenerla.
Una vez más, Nehemías se dirige a Dios en oración. Sus oraciones son breves y directas, sin complicación alguna. Nosotros también podemos hablar simple y directamente con Dios. Como cristianos, lo conocemos como nuestro Padre que nos ama y cuida de nosotros. Y nuestro Señor Jesucristo, nuestro gran Sumo Sacerdote y Abogado, está disponible en todo momento. Dio su vida por nosotros y sigue amándonos con un amor infinito. Podemos recurrir a él de forma sencilla.
Nuestro Señor nos dice que debemos velar y orar. Nehemías, mientras continuaba reconstruyendo los muros de Jerusalén, también velaba y oraba, tanto de día como de noche. Los obreros dormían completamente vestidos. Trabajaban armados con espadas, lanzas y arcos, y portaban escudos y corazas. La mitad de ellos sostenía las armas mientras los otros trabajaban en la construcción (v. 16). El que tocaba la trompeta estaba al lado de Nehemías (v. 18), listo para dar la alarma si venía el enemigo. Mientras los obreros se ocupaban activamente y se repartían por la muralla, sabían que si escuchaban el son de la trompeta debían congregarse en un lugar específico. Estemos siempre dispuestos a ayudarnos mutuamente cuando el Señor nos lo pida. Si nos mantenemos unidos, podremos resistir al enemigo.
Eugene P. Vedder, Jr.